No es por espantar a nadie, pero esta semana tiene, además del componente impredecible de las políticas de Donald Trump, fechas puntuales de divulgación de datos importantes de la economía. Y tanto esas citas programadas en el calendario económico, como los estados de ánimo del presidente de Estados Unidos, abonan a la incertidumbre. 

El miércoles vamos a conocer la decisión de política monetaria de la Reserva Federal a través del comunicado del Comité de Mercado Abierto de la Fed y, sobre todo, la expectativa de las declaraciones que pueda hacer el presidente del banco central de Estados Unidos, Jerome Powell, pasada la una de la tarde de este 29 de enero.

Si bien el mercado espera, a razón de 99% de las opiniones, que no habrá cambios en la tasa de interés, actualmente en 4.50%, las expectativas están en alguna reflexión de Powell sobre las políticas públicas de la nueva administración republicana y su vínculo con la inflación y el crecimiento.

Y, claro, tras conocer la decisión de mantener las tasas sin cambio, esperar alguna explosión iracunda del propio Trump quien exigió bajar el costo del dinero.

La siguiente parada de un dato importante llegará, tanto para Estados Unidos como para México, el jueves con la primera lectura en ambos casos del Producto Interno Bruto (PIB) al cierre del cuarto trimestre del 2024 y con ese dato, el acumulado de todo el año pasado.

Con esa publicación la mañana del 30 de enero vamos a comprobar dos cosas, todo el bien que le hizo a la economía estadounidense la administración Biden y todo el mal que López Obrador ha provocado en la estructura económica nacional.

Para Estados Unidos, la expectativa es una expansión del PIB durante el 2024 de 2.6%, mientras que, para México, el principal socio comercial estadounidense, apenas, y con suerte, un crecimiento de 1.6%, lo que confirmará el peor sexenio en materia de crecimiento en lo que va del siglo.

Hay otra fecha que el propio Donald Trump puso en el calendario de esta semana y tiene que ver con su plazo fatal para aplicar aranceles a sus socios comerciales de Norteamérica.

Así que el sábado 1 de febrero, de acuerdo con la expectativa generada por el Presidente estadounidense o se anuncian, o se aplican, o se cancelan esas tarifas de importación. Nadie lo sabe, pero habrá que estar al pendiente esta semana.

Fuera de calendario hay tensión ante las nuevas ocurrencias que en cualquier momento pueda tener Trump, con implicaciones regionales o globales.

Y, al mismo tiempo, esta semana habrá que seguir el desempeño de los mercados bursátiles estadounidenses después del descalabro de ayer de las empresas tecnológicas que sufrieron bajas fuertes en el precio de sus acciones.

Lo que puede pesar mucho es que detrás de la baja de referentes como Nvidia, hay una empresa china, que promete hacer lo mismo a menor costo, y eso puede hacer que se cruce en el camino alguna decisión ejecutiva de Trump que involucre una guerra comercial con el gigante asiático.

En fin, si la primera semana de Trump como presidente fue intensa, ésta no promete nada diferente.

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