Pese a las habilidades que los caracterizan, los líderes de las organizaciones no son totalmente infalibles. Cometen errores en algún momento, y cuando lo hacen, estos pueden acarrear consecuencias significativas, tanto a nivel interno como externo. Entre los efectos más notorios se encuentra el daño a la propia imagen, lo que a su vez afecta la confianza de los colaboradores, la reputación pública de la empresa y los resultados del negocio.
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